Trabajadordelima
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ako neko ima vremena da prevede za ove koji ne govore kastiljanski bilo bi dobro jer je takst jako zanimljiv, pa makar u kretkim crtama...ja cu cim uhvatim vremena, trenutno ne mogu. pozd.svima
De los balcanes a la Patagonia
Mirjana Momcilovic tiene 28 años. Es serbia y llegó a la Argentina hace diez meses, luego de sobrevivir a las atrocidades de la guerra de los Balcanes. En esta nota cuenta sus desgarros y sus sueños
En la soledad de una pieza de hotel, entre mates y recuerdos que brotan mágicamente desde lo más profundo de su memoria, Mirjana se puso a escribir lo que sigue. "Mar del Plata. Cuando tenía la yerba preparada, el boleto de vuelta a Belgrado se cayó sobre el cubrecama celeste manchado de lavandina y mate (esa marca imborrable de pertenecer, junto con los escasos muebles, a un hotel de los que te hacen un gran descuento si pagás por mes); fue entonces, creo, cuando el boleto abandonó la pila de papeles que tenía en la mano. Hacía más de siete meses que había hecho el viaje y más de la mitad de mi vida había querido hacerlo...
"La mañana calurosa del 27 de septiembre de 2004 en Ezeiza y una amiga con la que había cultivado una década de amistad, primero por cartas y luego por Internet, me dieron la bienvenida. Ahí de verdad empezó el viaje: la lucha por conseguir todas esas cosas que una extranjera en un país nuevo desea conseguir: amigos, trabajo, residencia, etcétera.
"Levanté el boleto, leí lo que decía en flight coupon, pero no me daba por conformarme con el amago de tener que volver tan pronto a Yugoslavia (Serbia y Montenegro, para complicar las cosas un poco) sólo porque no podía conseguir trabajo y, claro, una no puede vivir de la «vieja gloria» de licenciatura en geografía y turismo, de profesora de idiomas ni... Eso no me parecía un buen motivo para tener que dejar un lugar que llegaste a querer tanto como yo a esta ciudad. Se trataba de la necesidad de luchar.
"Serbia. Teníamos trece, catorce años los que nacimos en 1977, cuando empezaron a pasar por la televisión las noticias sobre varias manifestaciones «en contra de...», las peleas entre los políticos en el gobierno nacional. No creo que alguno, en realidad, supiera de qué se trataba en aquel momento. Tampoco creo que la gente más grande, la mayoría de los que pertenecen a la generación de nuestros padres o abuelos, tuviera mucha idea de lo que estaba pasando. De lo que estaba por pasar, mejor dicho. Los que sí se dieron cuenta de las sombras que estaban por caer sobre el país no habrán tenido fuerza o ganas de expresar lo que estaban pensando y menos de actuar en ese sentido.
"Dicen que hasta acá llegaron las noticias que decían que el conflicto estalló porque las provincias (la ex Yugoslavia era una federación de seis provincias: Eslovenia, Croacia, Bosnia y Herzegovina, Serbia, Montenegro y Macedonia, y dos autonomías: Vojvodina y Kosovo) querían separarse, hacerse Estados soberanos como habían sido antes de 1918, año en el que se formó la primera Yugoslavia (el Reino de Serbios, Croatas y Eslovenos). Y sí, eso habrá sido una prolija versión para los historiadores que pretendieran encontrar la manera menos complicada de organizar los hechos históricos en un cuento para los que podrían llegar a interesarse en escucharlo.
"En realidad, coincidieron en surgir al mismo tiempo unos elementos que, desde un punto de vista imparcial, llevaron a una(s) guerra(s) sin sentido (como si alguna lo tuviera) y con muchas consecuencias aterradoras: los cambios políticos y económicos en varios países europeos (la famosa transición), líderes políticos dispuestos a sacrificar al pueblo en nombre de algunas ideas ultranacionalistas (la independencia, sí, pero no al precio de miles de víctimas) y un pueblo suficientemente atolondrado como para seguir a dichos líderes. Un pueblo con la mala suerte (aunque eso en cualquier otra situación se podría calificar una riqueza) de pertenecer algunos a la religión cristiana (dividida en la fe ortodoxa –los serbios– y la fe católica –los croatas–) y los otros al islam (los musulmanes, que históricamente son de origen serbio y croata, pero que durante la época del Imperio Otomano fueron islamizados). Y así fue como se pelearon los dioses, las iglesias, los vecinos, los hermanos. Los eslavos del Sur, los yugoslavos.
"Volví a meter el boleto en el cajón del armario postergando de esa manera el tema de la vuelta para más tarde, mientras pensaba: me gustaría quedarme, me gustaría...
"En 1992, empezó la guerra en Croacia (cuántos refugiados, cuánta pena), que en unos años y sobre muchas tumbas logró volver a ser Estado independiente. Después, Bosnia (Dios, no había gente más cálida allá que los bosnios; cómo sufrió Sarajevo con el asedio, los serbios, los croatas, los musulmanes, las bombas, sin agua ni comida, un juego siniestro, devastador. Ahí se separaron ). Macedonia se fue en paz. Quedaron juntas Serbia y Montenegro bajo una dictadura, bajo las sanciones de la Unión Europea y los EE.UU., con la economía destruida, con una enorme emigración de jóvenes, con hambre, pobreza, y el orgullo y la dignidad nacionales bien altos. Así decían en sus famosos discursos los que nunca sufrieron nada de lo nombrado y estaban gobernando el país.
"El pueblo de Serbia y Montenegro empezó a despertarse a fines de la década del 90. De a poco aparecieron los medios independientes que contaban otra versión de la misma historia, diferente de la grotesca que le inculcaban al pueblo día tras día los medios estatales. En 1998, el gobierno empezó a expulsar a los albaneses de Kosovo. El 24 de marzo empezó el bombardeo de la OTAN. El bombardeo de las "metas determinadas" y todo en contra del régimen político y las atrocidades que se estaban cometiendo en Kosovo. Para unos, ése era el momento para bajar a los sótanos, esconderse, pasar miedo. Para otros, una gran esperanza, aunque suene raro. Se iba acercando el fin. Dos años después, el 5 de octubre de 2001, culminó la lucha.
"Se terminó el mate y con él la marea de los recuerdos. Se terminó una historia y siguió otra. Eslovenia, siempre la provincia más desarrollada, con la mejor economía, que desde mayo de 2004 forma parte de la Unión Europea. Croacia, Bosnia y Herzegovina, Macedonia y Serbia y Montenegro, cada uno con sus problemas por resolver, están tomando el mismo camino. Se vuelven a abrir las fronteras y a escuchar la música «del vecino». Algunos nunca dejaron de cantar las canciones del otro.
"Me parece que algún día aprenderemos. Me parece, digo, no porque confíe mucho en el progreso del ser humano, sino sencillamente porque la evolución en general es un proceso natural, e ir en su contra siempre lleva a unas consecuencias dolorosas. Ojalá que empecemos a aprender no sólo de los errores cometidos, gritando que la historia se repite (no es que ella se repita, sino justo lo que acabo de decir: nos negamos a participar en el proceso de evolución poniendo todas las esperanzas en los progresos técnicos y a la vez olvidándonos de lo humano en nosotros), esperando que aparezcan los líderes que después nos llevarán a terribles naufragios, siendo conformistas con todo, hasta que ya no se pueda aguantar más. Con el tiempo. Todo con el tiempo. Habrá que luchar."
De los balcanes a la Patagonia
Mirjana Momcilovic tiene 28 años. Es serbia y llegó a la Argentina hace diez meses, luego de sobrevivir a las atrocidades de la guerra de los Balcanes. En esta nota cuenta sus desgarros y sus sueños
En la soledad de una pieza de hotel, entre mates y recuerdos que brotan mágicamente desde lo más profundo de su memoria, Mirjana se puso a escribir lo que sigue. "Mar del Plata. Cuando tenía la yerba preparada, el boleto de vuelta a Belgrado se cayó sobre el cubrecama celeste manchado de lavandina y mate (esa marca imborrable de pertenecer, junto con los escasos muebles, a un hotel de los que te hacen un gran descuento si pagás por mes); fue entonces, creo, cuando el boleto abandonó la pila de papeles que tenía en la mano. Hacía más de siete meses que había hecho el viaje y más de la mitad de mi vida había querido hacerlo...
"La mañana calurosa del 27 de septiembre de 2004 en Ezeiza y una amiga con la que había cultivado una década de amistad, primero por cartas y luego por Internet, me dieron la bienvenida. Ahí de verdad empezó el viaje: la lucha por conseguir todas esas cosas que una extranjera en un país nuevo desea conseguir: amigos, trabajo, residencia, etcétera.
"Levanté el boleto, leí lo que decía en flight coupon, pero no me daba por conformarme con el amago de tener que volver tan pronto a Yugoslavia (Serbia y Montenegro, para complicar las cosas un poco) sólo porque no podía conseguir trabajo y, claro, una no puede vivir de la «vieja gloria» de licenciatura en geografía y turismo, de profesora de idiomas ni... Eso no me parecía un buen motivo para tener que dejar un lugar que llegaste a querer tanto como yo a esta ciudad. Se trataba de la necesidad de luchar.
"Serbia. Teníamos trece, catorce años los que nacimos en 1977, cuando empezaron a pasar por la televisión las noticias sobre varias manifestaciones «en contra de...», las peleas entre los políticos en el gobierno nacional. No creo que alguno, en realidad, supiera de qué se trataba en aquel momento. Tampoco creo que la gente más grande, la mayoría de los que pertenecen a la generación de nuestros padres o abuelos, tuviera mucha idea de lo que estaba pasando. De lo que estaba por pasar, mejor dicho. Los que sí se dieron cuenta de las sombras que estaban por caer sobre el país no habrán tenido fuerza o ganas de expresar lo que estaban pensando y menos de actuar en ese sentido.
"Dicen que hasta acá llegaron las noticias que decían que el conflicto estalló porque las provincias (la ex Yugoslavia era una federación de seis provincias: Eslovenia, Croacia, Bosnia y Herzegovina, Serbia, Montenegro y Macedonia, y dos autonomías: Vojvodina y Kosovo) querían separarse, hacerse Estados soberanos como habían sido antes de 1918, año en el que se formó la primera Yugoslavia (el Reino de Serbios, Croatas y Eslovenos). Y sí, eso habrá sido una prolija versión para los historiadores que pretendieran encontrar la manera menos complicada de organizar los hechos históricos en un cuento para los que podrían llegar a interesarse en escucharlo.
"En realidad, coincidieron en surgir al mismo tiempo unos elementos que, desde un punto de vista imparcial, llevaron a una(s) guerra(s) sin sentido (como si alguna lo tuviera) y con muchas consecuencias aterradoras: los cambios políticos y económicos en varios países europeos (la famosa transición), líderes políticos dispuestos a sacrificar al pueblo en nombre de algunas ideas ultranacionalistas (la independencia, sí, pero no al precio de miles de víctimas) y un pueblo suficientemente atolondrado como para seguir a dichos líderes. Un pueblo con la mala suerte (aunque eso en cualquier otra situación se podría calificar una riqueza) de pertenecer algunos a la religión cristiana (dividida en la fe ortodoxa –los serbios– y la fe católica –los croatas–) y los otros al islam (los musulmanes, que históricamente son de origen serbio y croata, pero que durante la época del Imperio Otomano fueron islamizados). Y así fue como se pelearon los dioses, las iglesias, los vecinos, los hermanos. Los eslavos del Sur, los yugoslavos.
"Volví a meter el boleto en el cajón del armario postergando de esa manera el tema de la vuelta para más tarde, mientras pensaba: me gustaría quedarme, me gustaría...
"En 1992, empezó la guerra en Croacia (cuántos refugiados, cuánta pena), que en unos años y sobre muchas tumbas logró volver a ser Estado independiente. Después, Bosnia (Dios, no había gente más cálida allá que los bosnios; cómo sufrió Sarajevo con el asedio, los serbios, los croatas, los musulmanes, las bombas, sin agua ni comida, un juego siniestro, devastador. Ahí se separaron ). Macedonia se fue en paz. Quedaron juntas Serbia y Montenegro bajo una dictadura, bajo las sanciones de la Unión Europea y los EE.UU., con la economía destruida, con una enorme emigración de jóvenes, con hambre, pobreza, y el orgullo y la dignidad nacionales bien altos. Así decían en sus famosos discursos los que nunca sufrieron nada de lo nombrado y estaban gobernando el país.
"El pueblo de Serbia y Montenegro empezó a despertarse a fines de la década del 90. De a poco aparecieron los medios independientes que contaban otra versión de la misma historia, diferente de la grotesca que le inculcaban al pueblo día tras día los medios estatales. En 1998, el gobierno empezó a expulsar a los albaneses de Kosovo. El 24 de marzo empezó el bombardeo de la OTAN. El bombardeo de las "metas determinadas" y todo en contra del régimen político y las atrocidades que se estaban cometiendo en Kosovo. Para unos, ése era el momento para bajar a los sótanos, esconderse, pasar miedo. Para otros, una gran esperanza, aunque suene raro. Se iba acercando el fin. Dos años después, el 5 de octubre de 2001, culminó la lucha.
"Se terminó el mate y con él la marea de los recuerdos. Se terminó una historia y siguió otra. Eslovenia, siempre la provincia más desarrollada, con la mejor economía, que desde mayo de 2004 forma parte de la Unión Europea. Croacia, Bosnia y Herzegovina, Macedonia y Serbia y Montenegro, cada uno con sus problemas por resolver, están tomando el mismo camino. Se vuelven a abrir las fronteras y a escuchar la música «del vecino». Algunos nunca dejaron de cantar las canciones del otro.
"Me parece que algún día aprenderemos. Me parece, digo, no porque confíe mucho en el progreso del ser humano, sino sencillamente porque la evolución en general es un proceso natural, e ir en su contra siempre lleva a unas consecuencias dolorosas. Ojalá que empecemos a aprender no sólo de los errores cometidos, gritando que la historia se repite (no es que ella se repita, sino justo lo que acabo de decir: nos negamos a participar en el proceso de evolución poniendo todas las esperanzas en los progresos técnicos y a la vez olvidándonos de lo humano en nosotros), esperando que aparezcan los líderes que después nos llevarán a terribles naufragios, siendo conformistas con todo, hasta que ya no se pueda aguantar más. Con el tiempo. Todo con el tiempo. Habrá que luchar."